
EXPERARTE
Parábola del Hijo Prodigo
La obra escogida para comentar este mes es “El Regreso del Hijo Prodigo” de Murillo. Esta obra está dentro de la serie de obras que pintó con el tema de la Misericordia para el Hospital de la Caridad.
Bartolomé Esteban Murillo (1617-1682), nació en Sevilla (España). Dentro de su extensa colección de obras ya que no solo pintó temas religiosos, sino que también pinto retratos, cuadros de género, etc. Dentro de la temática religiosa he de destacar: “La Inmaculada Concepción”, “El Buen Pastor”, “Sagrada Familia del pajarito”, “Adoración de los Pastores”, “Nacimiento de la Virgen” entre otras. Fue un pintor perteneciente a la pintura barroca, estuvo dentro de la Escuela Sevillana. Este pintor fue más reconocido fuera de España, aunque tuvo importantes encargos como el de hacer una serie de pinturas para Santa María la Blanca o las que realizo para la Iglesia de los Capuchinos en Sevilla.
El evangelista San Lucas nos relata esta Parábola de la siguiente forma:
“Se puso en camino y fue a casa de su padre. Cuando aún estaba lejos, su padre lo vio y, conmovido, fue corriendo, se echó al cuello de su hijo y lo cubrió de besos. El hijo comenzó a decir: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de llamarme hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: Sacad inmediatamente el traje mejor y ponédselo; poned un anillo en su mano y sandalias en sus pies, traed el ternero cebado, matadlo y celebremos un banquete, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido encontrado.” (Lc 15,20-24)
Reflexión:
Esta parábola sucede muchas veces en nuestra vida, por ejemplo, cuando te deja de hablar un amigo, o si eres madre un hijo no te habla, se va de casa o incluso no va a visitarte, ni te llama por teléfono, etc. Pero no solo lo hacemos con nuestros hermanos (padres, madres, amigos, hermanos, conocidos, hijos, abuelos…) sino que también lo hacemos con Dios, nos olvidamos de Él, no queremos saber nada, no le escuchamos e incluso le renegamos. Pero cuando nos damos cuenta de que nada tiene sentido sin Él y volvemos a buscar su consuelo, su compañía o solo buscamos su presencia, Él nos acoge con los brazos abiertos, nos perdona e incluso hace una fiesta, como sucede en la parábola, y no nos tiene en cuenta todo el daño que le hemos podido causar apartándonos de Él. Pues si Dios nos perdona como no vamos a perdonar a un hermano, hijo, amigo… que son hijos de Dios y que en ellos también está el Señor.
Y, tú ¿Cómo responderías ante una situación parecida?, ¿le acogerías como hizo el padre con el hijo o le cerrarías la puerta?, ¿le escucharías o le ignorarías?, ¿te alegrarías porque haya vuelto o por el contrario sentirías rencor? El Señor quiere que acojas, escuches, perdones… a esa persona y le ayudes en lo que puedas. ¡Ánimo!

El Regreso del Hijo Prodigo. Autor: Murillo